miércoles, 27 de noviembre de 2013

El Palacio Provincial de Zamora, verdadero testimonio de una época

El antiguo Palacio del Conde de Campomanes fue adquirido en el año de 1867 con el objetivo de convertirlo en la Casa-Palacio de la Diputación de Zamora, reuniendo así en ella todas y cada una de las oficinas provinciales. Pero la crisis revolucionaria de 1868 y la carencia de fondos en aquel preciso momento motivaron la suspensión de las obras y el cese de por aquel entonces arquitecto provincial, el madrileño Pablo Cuesta y Sánchez. Por tanto, las oficinas de la Diputación se veían nuevamente sometidas a sucesivos y temporales realojos, desde el Palacio de los Mazariegos hasta el Hospital de Sotelo, pasando por el antiguo convento de las Marinas. Habrá que esperar hasta la estabilidad de la Restauración alfonsina para que el proyecto definitivo del nuevo Palacio Provincial tome forma.

El 19 de noviembre de 1875 se envió comunicación a Pablo Cuesta, por aquel entonces en Madrid, con el objeto de ofrecerle la dirección facultativa de las obras. Tras la dirección de Pablo Cuesta y Sánchez (1876-1878), el 26 de febrero de 1878 Segundo Viloria Escarda tomó cargo de su plaza como nuevo arquitecto provincial, e introdujo ligeras modificaciones en la planta del edificio trazado por Cuesta. La mentalidad racionalista de Segundo Viloria, que le lleva a adoptar el concepto de “estilo” como principio arquitectónico, reorientó buena parte del programa decorativo para los interiores del Palacio; su gran aportación a la fábrica.
 
Es importante señalar que el proyecto de construcción del Palacio de la Diputación provincial de Zamora quedó supeditado a la coyuntura política, social, económica, territorial, y administrativa de la época, madurándose a su amparo, de forma evidente e inequívoca. En este sentido, el edificio se revela como verdadero testimonio de toda una época, como verdadero “monumento”.
 
Si obviamos las modificaciones que se llevaron a cabo en los últimos veinte años del siglo XIX, y luego en la década de los años sesenta del siglo XX, podríamos reconstruir fácilmente la traza original de Pablo Cuesta.
 
En el exterior, el afamado escultor Eduardo Barrón González (1858-1911) se encargó de la labra del escudo, tondos, enjutas y jambas de esta portada entre 1878 y 1881, coincidiendo con las vacaciones que le concedía la Escuela Especial de Pintura, Escultura y Grabado de Madrid, en la que había ingresado pensionado por la Diputación.
 
El avance de las obras permitió que el 14 de agosto de 1880 se trasladaran las oficinas desde el Hospital de Sotelo, si bien los trabajos de decorado y pintura no finalizarían hasta el mes de diciembre de aquel mismo año.

La Corporación confió el proyecto de decorado del Salón de Sesiones (1880-1883) al pintor catalán Ramón Padró y Pedret (1848-1915), que había presentado su boceto bajo el lema “No se ganó Zamora en una hora”. Sin descender a otros pormenores, digamos que la obra de decorado del Salón de Sesiones sirvió para consagrar a Ramón Padró como pintor-decorador, al concebir uno de los ciclos de pintura de historia más notables de España, sin parangón en toda la región, que situaron a Zamora a la vanguardia artística, dentro de los cauces explorados por el eclecticismo.
 
Con el inicio del reinado de Alfonso XIII (1902), y el comienzo de la segunda etapa de la Restauración, se abre un nuevo ciclo para la fábrica del Palacio de la Diputación Provincial. Se pretendía dotar al edificio de mayores comodidades y servicios para adaptarlo, en lo posible, a los modernos sistemas de iluminación eléctrica (1900) y calefacción a vapor (1908-1926).

Hasta los años sesenta del siglo XX no volverán a producirse nuevas reformas de importancia en el edificio, que nuevamente coincidirán con una profunda renovación administrativa. Bajo la presidencia de Arturo Almazán Casaseca y con Antonio Viloria como arquitecto provincial (nieto de Segundo Viloria) se llevaron a cabo varias obras de conservación y mejora, que se justificaban por el estado de abandono en que se encontraba el Palacio Provincial.
 
El edificio pronto empezó a presentar síntomas de inadaptación, por lo que fue Alfonso Crespo Gutiérrez quién formó el proyecto de restauración y rehabilitación del antiguo Hospital de la Encarnación (1974) como nueva sede de las oficinas provinciales. Las obras proyectadas se realizaron durante los mandatos de las Corporaciones provinciales presididas por Juan Seisdedos Robles, Ricardo Gómez Sandoval, José Miguel López Martínez y Luis Cebrián Velarde, finalizándose el 3 de septiembre de 1982 e inaugurándose oficialmente el día 9 de enero de 1983.
 
A partir de esa fecha los distintos ámbitos de la Antigua Casa-Palacio acogieron servicios subsidiarios de la Diputación, como el Conservatorio de Música, la Escuela de Artes y Oficios o la Secretaría del Instituto de Estudios Zamoranos “Florián de Ocampo”.