domingo, 25 de agosto de 2013

Puebla de Sanabria, paraíso pétreo


Puebla de Sanabria se localiza en el extremo noroccidental de la provincia de Zamora, en una boscosa comarca de lagos y torrentes. El pueblo se asienta sobre el llano, en la cima de una encrespada mole de roca desde donde se contempla todo el valle y las cumbres, casi siempre nevadas, de la Cabrera y la Segundera, con la sierra de la Atalaya en primer término.
 
Desde la Edad Media, el emplazamiento donde hoy está Puebla fue considerado especialmente estratégico por el dominio que desde él se tenía del amplio valle en el que se encuentran el río Castro y el Tera, paso obligado, camino y vereda real que enlazaban Castilla y Galicia.
 
Aunque Puebla de Sanabria aparece citada por primera vez en las Actas del Concilio de Lugo del año 569 como Senabria, no es hasta el s. XII cuando de forma tardía se repuebla la que fue llamada Urbe Senabrie, centro organizador de una gran territorio circundante. En el 1220, cuando ya era un lugar fortificado y servía como defensa fronteriza de los reinos leoneses frente a Portugal, el rey Alfonso IX de León le concede a la villa el Fuero de Sanabria, posteriormente confirmado por Alfonso X, el Sabio. Avanzado ya el s XIII, la importancia económica y político-militar de Puebla de Sanabria se mantiene, legando a reconocerse como una de las más importantes plazas de armas clave en el reino.
 
Durante los siglos siguientes la villa pasó a manos de una gran sucesión de grandes familias (los Benavides, los Losada...), hasta que la consiguieron los Condes de Benavente, que durante más de cuatro siglos fueron los señores de la villa, que levantaron el castillo quizá sobre una fortificación anterior.
 
Simultáneamente al resto de la villa surgió el arrabal de San Francisco. El asentamiento de población fuera del los recintos amurallados era muy habitual con una vecindad muy numerosa que llegaba a superar a la del propio recinto intramuros. Llegó un momento en el que una vez que los muros de las villas hubieron perdido la función defensiva propia del medievo, adquirieron una nueva finalidad: controlar el pago de los portazgos, fielatos y otros impuestos de tipo mercantil. Una prueba de esto son los documentos del s. XVIII, que con el fin de invitar a la población a no residir en el arrabal sino en el interior de la villa y poder afianzar así sus contribuciones aseguraban: "en dicha villa se aseguran los derechos reales por ser plaza de armas zercada de muralla y cerrase todas las noches sus puertas, en cambio, en el arrabal se cometen muchos y continuos fraudes... por estar havierto y no tener el resguardo y defensa que se necesita para evitarlos".
 
Entre las construcciones más relevantes de la villa, cabe destacar la iglesia de Santa María del Azogue, el Ayuntamiento y el Castillo de los Condes de Benavente, de los que hablaré pormenorizadamente en próximos artículos.